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miércoles, 20 de julio de 2016

La mujer que se enamoró de un monstruo

Eva era una chica normal. Salía con sus amigas, iba al cine y le encantaba la fotografía. Todo empezó a cambiar en su vida cuando merced a amigos comunes conoció al lider del Partido Nacionalsocialista Obrero, que en ese momento estaba creciendo en popularidad. El nombre de ese hombre era Adolf Hitler.


Eva Braun, desde ese momento y tras el suicidio de la sobrina del propio Hitler, entabló una relación más estrecha de lo normal hasta el punto de que ella cayó rendida a sus pies. Primero Canciller de Alemania y después líder de la Alemania de lo que los nazis denominaban el Tercer Reich Eva siempre estuvo con su Fürher al que amaba y en el que tenía una fe inquebrantable. Poco importaban los desmanes de los nazis, los cuales iniciaron la Segunda Guerra Mundial, pretendiendo desde mucho antes la eliminación de los judíos a los que su Hitler odiaba a muerte.


Eva, gran fotógrafa y que manejaba la cámara con soltura, fue la autora de gran parte de los cortometrajes y fotos en color que se conservan de Hitler,realizados en la residencia del Berghof, cerca de Berchtesgaden en los Alpes bávaros.


Ella sería una de las figuras clave del círculo íntimo de Hitler, pero no apareció en eventos públicos hasta mediados de 1944, cuando su hermana Gretl se casara con Hermann Fegelein, general de las SS, al que su Hitler condenó a muerte por traición meses después. La relación entre ella y Hitler fue tan de tira y afloja que intentó suicidarse hasta dos veces.


Eva, la fiel Eva, cuando el Tercer Reich se derrumbaba hacia el final de la guerra, viajó hasta Berlín para estar a su lado en el Führerbunker, situado bajo la Cancillería del Reich. Ante la cercanía de las tropas del Ejército Rojo y el inevitable fin, el 29 de Abril de 1945 Braun contrajo matrimonio con Hitler en una breve ceremonia civil. Ella tenía 33 años y él 56. Menos de cuarenta horas después, ambos se suicidaron dentro del búnker, ella con la ingestión de una cápsula de ácido prúsico y él con un disparo en la cabeza. Ambos fueron incinerados para evitar el escarnio público por parte de los vencedores tal y como le había pasado a Mussolini y su amante.


Eva Braun es una figura trágica que ejemplifica como el pueblo alemán cayó sucumbido frente al discurso de un monstruo seguido por otros monstruos. Una Eva de la que el propio pueblo germano no conoció nada hasta su muerte y es que desde los líderes nazis se escondió la relación debido a que el Führer supuestamente debía pensar las 24 horas del día en el pueblo alemán y evitar banalidades propias de "mentes débiles" como el amor.

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