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viernes, 4 de marzo de 2016

"No mires hacía atrás"

Cuentan que Orfeo era todo un virtuoso de la lira, la cual parecía ser lo único que le importaba en el mundo... hasta que conoció a Eurídice. Ella era una ninfa extremadamente hermosa de la que Orfeo se enamoraría enseguida. El día de su boda, momento habitualmente feliz, Eurídice sufre un intento de rapto por parte de Aristeo, un pastor rival de Orfeo. Ella, aunque escapa, en su carrera pisa una víbora que le muerde un pie, provocandole la muerte en el acto.


Orfeo, desesperado por la muerte de su esposa, decide bajar a buscarla al inframundo, en los dominios de Hades, Señor de los muertos. Al llegar, pide a Caronte que lo lleve en su barca hasta la otra orilla de la laguna Estigia, a lo que Caronte se niega. Orfeo comienza a tañer su lira, haciendo que el barquero lo acabe llevando, dada la hermosa melodía de la lira. La misma estratagema utilizara con el can Cerbero, perro de tres cabezas, guardián del infierno, que le abrirá las puertas. 

Paso de la laguna Estigia,

Aparentemente difícil lo va a tener frente al Dios Hades y tras suplicarle por su amada, al final el Dios acaba accediendo, embelesado por su lira. Sin embargo, le pone una condición: Orfeo no debe contemplar el rostro de Eurídice mientras ambos no hayan salido de los infiernos.

"No mires hacía atrás"

Orfeo atraviesa todo el inframundo en su camino de salida, pero antes de llegar a la última puerta, la impaciencia puede con él y mira hacia atrás para ver el rostro de Eurídice. En ese instante, ella le es arrebatada, convirtiéndose nuevamente en sombra, perteneciendo al Dios de los muertos y quedando definitivamente separado de su esposa. 


El relato nos dice que Orfeo, desencantado de la vida, sin saber a donde ir, se niega a tocar su lira para las Ménades, séquito de Dioniso, las cuales por tal afrenta le cortan la cabeza y la arrojan al río. Nada pareció importarle a un Orfeo, el cual nunca volvió a ser el mismo desde la perdida de su Gran Amor.

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