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martes, 2 de febrero de 2016

Querida Diana

Diana Ayoub era una joven de 18 años que pertenecía al grupo de amigos en el que se encontraba un chico llamado Paul, que tenía unos dos años menos que ella. Diana lo tenía todo: no sólo era guapa, sino que destacaba en la escuela por ser una buena estudiante y ayudaba en las obras de caridad en la Iglesia donde Paul cooperaba en el coro, donde demostraba tener una gran voz. 


Lo cierto es que Diana y Paul comenzaron siendo muy buenos amigos, siendo una más dentro de la familia del chico, llegando a hacer las veces de niñera de la hermana del joven. Sin embargo, Diana tenía novio y éste no veía con buenos ojos que pasara demasiado tiempo con él. Más de una vez le espetó que Paul estaba enamorándose de ella a lo que Diana respondía que no eran más que imaginaciones suyas y que tan solo eran buenos amigos. 
Pero lo cierto es que el novio tenía razón y Paul estaba realmente enamorado de ella. Fue tal la obsesión del joven por la bella Diana que la empezó a buscar todos los días, la llamaba a cada hora hasta el punto de telefonearla a altas horas de la madrugada, lo que provocó el enfado de la familia Ayoub.

 
Un día, a principios del año 1956, Diana fue invitada por Paul a su casa. Fue en ese momento cuando Paul le dijo con muchos nervios que partiría a Nueva York a buscar una oportunidad para mostrar su talento como cantante (demostrada infinidad de veces en el coro de la Iglesia) y que le había escrito una canción. Diana, sorprendida, le preguntó si la iba a tocar para escucharla, a lo que Paul dijo: "si, pero solo tocaré la música, no quiero cantar". Lo cierto es que un tímido Paul no quería que Diana supiera que esa canción no era dedicada a una simple amistad entre él y ella, sino que contenía frases de auténtico Amor hacía la joven. 


Meses después en pleno año 1957, la canción se escucharía en las radios de los Estados Unidos, convirtiéndose en una de los grandes temas del momento, dedicada a esa Diana por la que ese joven cantante siempre sintió algo especial. Fue su primer gran éxito, dedicado llamativamente a su primer Amor (platónico, claro). Ese cantante de voz melodiosa había nacido en Canadá y se llamaba (y se llama) Paul Anka. 

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