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domingo, 6 de diciembre de 2015

La palabra clave fue Valkiria

Cabe destacar que antes de 1944 ya habían tenido lugar otros intentos de atentados contra la vida de Hitler, sin embargo, en Alemania se estaba preparando algo muy gordo. Nos encontramos en lo que parecen los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial. Los nazis sucumbieron en el intento de invasión de la URSS y los aliados, tras el desembarco de Normandia, estaban ganando cada vez más terreno a los alemanes, que estaban volviendo, tras sus pasos. Todos, excepto los nazis más radicalizados y Hitler creían en que era posible la victoria. Era tal el grado de fanatismo del Fuhrer que se negaba a aceptar la realidad, llegándosele a oír que si él se iba, Alemania se iría con él. El hecho de que algunos altos mandos le informaran erroneamente sobre el avance de la guerra, no ayudaba a que aceptara la realidad. 


Ante la posibilidad de que se bombardeara la cancilleria, Hitler y toda su plana mayor se traslado al  Führerhauptquartier Wolfsschanze, cuya traducción era la "guarida del lobo", uno de los mayores cuarteles militares del momento.  Ante la evidente incapacidad de Hitler y debido a la destrucción social y económica de Alemania, varios militares comenzaron a conspirar. Y ahí es donde entró la Operación Valkiria. 
El nombre Valkiria derivó de la afición de Hitler por Wagner y una de sus obras más conocidas, las Valkirias. Era tal la afición del Fuhrer por la mencionada obra que le pusieron su nombre a un plan de emergencia, del que los conspiradores pensaron en aprovecharse para sus intereses. Este plan estaba previsto en caso de una revuelta masiva de los obreros extranjeros esclavizados en Alemania o en situación de revueltas civiles en la retaguardia debido a los bombardeos. La operación planteada por los conspiradores implicaba la movilización de unidades de la Wehrmacht para restablecer la autoridad y de esa manera usarse para que unidades militares de la reserva tomasen el control de las diferentes ciudades alemanas, arrestando a los líderes nazis, y desarmando a las SS y a la Gestapo tras una posible muerte de Hitler, acusados de traición. En caso de que los conspiradores utilizaran tal plan, iniciarian posteriormente los contactos para la rendición germana de la Segunda Guerra Mundial. Hubieron muchos hombres que formarian parte de tal conspiración: Henning von Tresckow, Günther von Kluge y un largo etcétera, pero quien paso a la historia sería Claus von Stauffenberg. 

El siniestro Himmler, jefe de la SS
Von Stauffenberg, que había perdido un ojo y una mano en un ataque, fue uno de los muchos leales al Tercer Reich, que, al igual que varios miembros del Estado Mayor, había pasado de una actitud totalmente sumisa a Hitler y a los nazis a creer que lo mejor para Alemania era acabar con el Fuhrer antes de que el Fuhrer acabara con Alemania. Pero ¿Cuál era la misión de von Stauffenberg?
En una reunión del Estado Mayor en la guarida del Lobo, von Stauffenberg pondría debajo de la mesa de reuniones un maletín con un explosivo plástico especial de un kilogramo que se activaba mediante un detonador químico absolutamente silencioso. 


Tras unos minutos, von Stauffenberg coloca el maletín debajo de la mesa muy cerca de Hitler, y se retira discretamente pretextando una llamada telefónica urgente desde Berlín. Faltaban tres minutos para que explotara. Un suboficial choca accidentalmente con el maletín con el pie y lo aparta, dejandolo en una posición más lejana. La bomba explota. Von Stauffenberg, que ve la explosión llega a decir que nadie puede sobrevivir a tal cosa. Así comienza la operación bajo la palabra clave: Valkiria. 

Claus von Stauffenberg

Sin embargo, todo fue un desastre. Muchos oficiales nazis fueron detenidos, pero hasta el momento la noticia de la supuesta muerte de Hitler había sido tenida como cierta y sólo se tenían las palabras de von Stauffenberg, alegando que era imposible que estuviera vivo. El general Fromm, que conocía el plan y tenía por misión desmovilizar las SS, se encargó de asegurar que Hitler estaba vivo y ordenó detener a los sospechosos de la conjura.  

Estado de la guarida del lobo tras el atentado

Mientras tanto, Goebbels, Ministro de Propaganda Nazi, hizo que el Mayor Remer, que iba a detenerle en su despacho, escuchase la voz de Hitler por teléfono, quien le ordenó desmovilizar a los reservistas y telefónicamente le dio el grado de coronel. Habían sido engañados. Finalmente los tanques salieron a la calle y los conspiradores fueron detenidos. 


Von Stauffenberg y los demás acusados serían declarados culpables y condenados a morir en algunos casos fusilados y en otros ahorcados. Lo cierto es que este atentado fue el que estuvo más cerca de acabar con la vida de un Hitler, que ya no era más que un cadáver que por alguna extraña razón permanecía en pie... al menos hasta que se suicido en aquella guarida del lobo donde un grupo de militares planearon acabar con su régimen.

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