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jueves, 19 de noviembre de 2015

La secta de los asesinos

El asesinato por cuestiones políticas o religiosas es tan antiguo como el propio mundo. Muchos grupos han matado por diversas cuestiones, creyéndose en posesión de la verdad, pero hubo uno que llevó sus crímenes hasta las últimas consecuencias. 


El grupo del que les voy a hablar era de una rama de la secta religiosa chií-ismaelita de los musulmanes en Oriente Medio y que estuvo inspirada y dirigida por un hombre oscuro y siniestro, cuyo nombre en función de la zona tiene diferentes variantes, aunque suele ser citado como Hasan ibn Sabbah, siendo conocido como el viejo de la montaña. Desde su castillo de Alamut se dedicaba a dirigir a sus hombres.
Este grupo era una verdadera secta que durante el Siglo IX se dedicó a sembrar el terror, matando tanto por motivos religiosos como políticos. Este grupo fue conocido como el de los nizaríes, aunque fue más conocido por el título que le dieron sus detractores: la secta de los hashashin debido a que el viejo de la montaña les hacía tomar hachís a sus miembros para que estos fueran más proclives a obedecer sus ordenes hasta el punto de dejarse matar sí fuera necesario. 

El viejo de la montaña

Los hashashin causaban auténtico pavor en todo oriente medio, contándose historias de todo tipo. Algunos relatos nos describen cómo el viejo de la montaña ordena a un centinela que se arroje desde la terraza ante los ojos de su amigo Reis Abusafal y éste sin dudarlo, salta, acabando con su vida, o la escena en la que el jefe supremo obliga a dos de sus seguidores a suicidarse ante una delegación enemiga, diciendo: "Contadle a vuestro emir lo que habéis visto. Pero decidle además esto: Es verdad que tu ejército es muy superior al mío. Tiene treinta mil hombres. Pero le faltan dos soldados como estos". 
Muchas de estas historias en gran medida nos fueron relatadas por Marco Polo en su viaje por Asía donde tuvo conocimiento de esta secta que mataba de forma indiscriminada y es que podían acabar con la vida de Visires como Nizam el Mulk o cruzados como Raimundo II de Trípoli, que sucumbieron ante sus dagas. Ni el propio Saladino, consiente de que amenazaban su poder supremo, fue capaz de acabar con esta secta. 


Tras la muerte del viejo de la montaña, el grupo continuaría con diferentes lideres, aunque cada vez más debilitado. Serían los tártaros los que acabarían por gran parte del poder de este grupo, destruyendo el castillo de Alamut y masacando a unos 12.000 miembros. Los mamelucos acabaría con esta secta, derrotando a su rama siria. 


Algunos ven en este grupo (no sin razón) un comienzo de lo que muchos años después sería el terrorismo islámico donde en zonas como Siria, Irak o Irán tuvieron gran influencia, se halla a merced de las matanzas por cuestiones religiosas. Lo cierto es que de la palabra hashashin derivo otra palabra que se ha hecho tristemente popular: asesino.

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