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jueves, 1 de octubre de 2015

Lo que queremos y no queremos

En política, como en la vida, duda de aquellos que dicen una cosa y la contraria en poco tiempo o de determinados personajes que no son claros en sus mensajes. Así pasa con un PSOE post-zapateril, que agito la marea nacionalista-independentista hasta términos insospechados con el famoso estatuto y gracias a Maragall y al cordobés Montilla (querían ser más nacionalistas de Pujol), y ahora viene a hablarnos de ¿federalismo? poniendo, claro esta, en el mismo plano a unos golpistas que utilizan las miserias más hondas para enfrentar a los ciudadanos de Cataluña, y a un Presidente del Gobierno como Rajoy, que no es santo de mi devoción, pero que no ha dicho otra cosa que es lo que debe hacerse: cumplir la Ley. 


El tema del federalismo es muy curioso. Unos socialistas, que parecían haber abandonado tales ideas como absurdas (al igual que el marxismo hasta que llegó el desastroso ZP), resulta que ahora lo ven como una vía valida, aunque, como todo el mundo sabe, lo hacen para intentar aplacar a los nacionalistas, algo que se hizo con la estupidez de las autonomías, resultando en la "magnífica" España que tenemos ahora donde cada uno hace lo que le sale de las narices, controlando medios de comunicación, la educación o la sanidad, fomentando la aparición de algunos individuos con ninguna moralidad y ningún oficio, ni beneficio, que lo único que hacen es utilizar el cargo para sus propios intereses. 
La gente quiere vivir en país; no queremos ciudadanos de primera, de segunda o de tercera; queremos que la educación o sanidad sea igual en todos los sitios; no queremos beneficios a razón de los fueros; no queremos que un sinvergüenza, amigo de los que asesinaban por la espalda, arranque páginas de nuestra Constitución; no queremos golpistas en las instituciones; no queremos que los periodistas hagan política desde sus periódicos, sino que informen desde la objetividad que deberían tener. Queremos menos estúpidos; queremos más España. 
Los españoles tenemos el extraño habito de intentar cargarnos nuestro propio país a toda costa, siempre para beneficiar a unos pocos. Me temo que algún día lo conseguiremos. Entonces habremos tocado fondo. Dicen que en Democracia, tenemos los que nos merecemos y efectivamente, tenemos los que nos merecemos para bien... y para mal.

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