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domingo, 11 de octubre de 2015

Las que rigen el destino

Eran tres mujeres que tenían en sus manos el destino de los hombres. En la mitología nórdica se las conoció como Nornas, en la mitología griega como Moiras y en la mitología romana como Parcas, que es quizá la palabra más conocida por todos. 


En las Religiones con cultos más o menos ancestrales, todo estaba predicho. No es extraño que haya profecías o augurios en torno a un personaje o a la llegada de este, pero estas mujeres que tejían literalmente el destino de los hombres eran algo mucho más que eso. En la tradición helena, se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida. Muchos afirman que su origen podría haber sido el de Diosas de los nacimientos, adquiriendo posteriormente un papel más relevante como señoras del destino.


Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte y, de hecho, eran tan importantes, que incluso los Dioses las temían. Su número se estableció en tres y sus nombres, según la mitología griega eran Cloto (Κλωθώ, "hilandera"), que hilaba el hilo de la vida, Láquesis (Λάχεσις, "la que echa a suertes"), que hilaba el hilo de la vida, representando los acontecimientos venideros, y Átropos (Ἄτροπος, ‘inexorable’ o ‘inevitable’), que era la más temida pues era la que cortaba el hilo de la vida, representando el momento de la muerte. 


En la mitología romana eran hermanas que representaban el nacimiento, el matrimonio y la muerte, recibiendo los nombres de Nona, Décima y Morta, destacando por ser muy parecidas a sus homologas griegas. En la mitología nórdica eran conocidas como Urðr (o Urd, "lo que ha ocurrido", el destino), Verðandi (o Verdandi, "lo que ocurre ahora") y Skuld ("lo que debería suceder" o "es necesario que ocurra"). 


Lo que si parece haber una confluencia entre las diferentes mitologías es su número y que las tres eran hilanderas y que en el momento de la muerte, una de ellas cortaba el hilo. No es de extrañar que se tuviera especial respeto por estos seres, que regían el destino de los hombres; aquellas que tejen el hilo de la vida.

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