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martes, 6 de octubre de 2015

Cuando incendiaron el Reichstag

La República de Weimar vivía sus últimos coletazos; el canciller era Adolf Hitler, cuyas políticas radicales, especialmente contra los judíos, estaban sumiendo a Alemania en el descontrol. La débil Democracia germana estaba a punto de desaparecer. Fue en esa época cuando el Reichstag, la Sede del Parlamento Alemán, fue incendiado. 


Fue el 27 de Febrero de 1933 y el incendio se originó en la Sala de sesiones. Al momento, una estación de bomberos de Berlín recibió una llamada alertando del incendio sobre las 21:25. Cuando policía y bomberos llegaron, la cámara de diputados estaba envuelta en llamas. Tras sofocar el fuego, que destrozó el edificio, se halló al supuesto culpable Marinus van der Lubbe. Van der Lubbe era un albañil que había llegado hace poco Alemania y que fue capturado en el lugar del incendio. El albañil y cuatro dirigentes comunistas fueron arrestados. 

Las llamas cubren el edificio

Fue entonces cuando se inició la investigación, que llevo a Van der Lubbe, así como a los otros cabecillas de la trama, a ser torturados hasta que confesaran el crimen. Tras la confesión fueron condenados a muerte. El incendio fue utilizado como prueba por los nazis para acusar al comunismo de conspirar contra el Gobierno alemán.


Un Hitler cada vez más envalentonado y que tan sólo hacía 4 semanas que había jurado el cargo como Canciller de Alemania, instó al presidente Paul von Hindenburg, muy enfermo y al que sólo le quedaba un año para su muerte, a que firmara un decreto de emergencia para suspender las libertades civiles con el fin de "contrarrestar la confrontación despiadada del Partido Comunista de Alemania".

Hitler y el Presidente Hindenburg

Así se llevaron arrestos masivos contra comunistas o supuestos comunistas, incluyendo a parlamentarios, a pesar de que tenían inmunidad parlamentaria. Muchos fueron detenidos y torturados. La intención de los nazis no sólo era arrestar a sus enemigos, sino que el pueblo alemán se creyera que ellos eran una amenaza para el pueblo. Así los nazis fueron ganando más apoyo si cabe hasta el punto de ser considerado poco importante que amigos de toda la vida fueran arrestados bajo acusasiones calumniosas en torno a su pertenencia a partidos de extrema izquierda o estar proyectando algo parecido al incendio del Reichstag. 

Detenciones, tras el incendio

En 1934 murió Hindenburg, desapareciendo el último obstáculo para la posesión total del poder por parte de Hitler y sus secuaces. El nazismo tomo lo que tanto quería: el control de Alemania. El desastre acababa de comenzar merced a unos alemanes narcotizados por ser despreciable que utilizó el incendio del Reichstag para sus propios fines. 
 

Nadie dudaba de que el Parlamento Alemán fue incendiado por los comunistas, aunque la historiografía moderna ha descartado tal idea, aseguran que fueron los propios nazis los que incendiaron el edificio. Teniendo en cuenta lo sucedido en meses posteriores no sería extraño que hubiese ocurrido tal cosa. Lo cierto  es que aquel día de Febrero de 1933 se incendió algo mucho más grande que el mismísimo Reichstag; lo que hasta ese momento era un simple fuego se convirtió en toda una hoguera que destruyo un país como Alemania, el cual se quedó en manos de unos seres miserables y horrendos, que no eran otros que los enemigos de la raza humana y de todo lo bueno que puede haber sobre la faz de la Tierra.

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