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viernes, 5 de junio de 2015

Las cruzadas

La expansión del Islam por toda África y gran parte de la Península Ibérica durante los Siglos VIII, IX y X preocupó muchísimo a los Reinos Cristianos y a los sucesivos Papas, que veían a los musulmanes como unos infieles a los que sólo se les podía combatir con la fuerza de las armas.


El que Tierra Santa, lugares de culto para las tres religiones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islamismo) estuviera en manos de los seguidores de Mahoma, era intolerable para la Iglesia, que hizo circular rumores sobre supuestas barbaridades cometidas por los musulmanes, que iban desde decapitaciones de Cristianos hasta la profanación de Santos lugares para los seguidores de Cristo.


La consecuencia es que por todo el orbe cristiano se empezó a hablar de ir a combatir contra esos infieles para recuperar Tierra Santa. El Papa Urbano II se encargó de proclamar la que sería la primera cruzada, llamada así por la defensa de la Cruz cristiana (la Fe de Cristo) frente a la media luna musulmana.

Urbano II

Para que fueran hombres fuertes, dispuestos a atacar y matar, la Iglesias prometió indulgencias, perdonando todos y cada uno de los pecados pasados de todos y cada uno de los que combatieran. Con tal promesa y con la búsqueda de Gloria defendiendo la Cruz, hombres guerreros, pertenecientes a Reinos de la Cristiana Europa, combatieron contra los musulmanes. Matar estaba permitido porque los Cristianos asumieron la frase islámica: "Dios lo quiere".


Hubieron hasta ocho cruzadas que comprenden desde 1095 y 1291. Tierra Santa pasó del Cristianismo al Islamismo y viceversa durante esos años. De esta época datan las ordenes militares como los Templarios, defensores de los peregrinos que viajaban a Tierra Santa, que ganaron un impresionante Poder, haciendo que el Papa y el Rey de Francia, Felipe IV (fuertemente endeudado con la orden) promovieran su disolución con el arresto y condena a muerte de muchos de sus miembros.


Las guerras entre religiones fue una de las partes mas conflictivas de la historia, que cimentó el odio donde no sólo entraba la religión, sino los intereses políticos y sociales. 

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