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miércoles, 17 de junio de 2015

Historias para no dormir

En una época en la que la televisión española vivió sus primeros años, llego como un soplo de aire fresco uno de los más recordados y originales programas que ha dado la historia de ésta. Me estoy refiriendo a un programa que hizo removerse de los asientos a miles de Españoles presa del pánico. Me estoy refiriendo a Historias para no dormir.


En la actualidad, dichos programas pueden parecer a los más jóvenes poco o nada terroríficos, pero todo hay que ponerlo en su contexto. En aquellos años, un género como el terror no había sido explorado lo suficiente en España, tanto en el cine como en la incipiente televisión. No obstante, no es de extrañar que resultara un éxito. Y esto fue debido a la grandisima mente de su creador, Narciso "Chicho" Ibáñez Serrador (hijo de Narciso Ibáñez Menta y Pepita Serrador), que anteriormente había demostrado sus grandes cualidades a la hora de guionizar y adaptar historias. Cada capítulo podía ser una adaptación de obras de autores como Poe o Bradbury o del propio Ibáñez Serrador. 

Los dos Narcisos; Ibáñez Menta e Ibáñez Serrador

Esta serie llevo el terror a las casas españolas, siempre presentadas antes de cada una por su creador, que al modo que ya hizo Hitchcock en su "Alfred Hitchcock presenta", nos hacía una breve introducción de que trataría cada historia. Después seguía una puerta que se nos abría con un grito pavoroso, que hacía temblar a cualquiera.


El programa comenzó a mediados de los 60, contando de hasta tres etapas, siendo la última de 1982. Ya en esos años, "Chicho" (o Luis Peñafiel, que utilizó alguna vez como seudónimo) era un autor consagradisimo, llegando a estrenar sus propias películas y haciendo otros programas de temática diversa como "Historia de la Frivolidad" (que hizo que tuviera problemas con la censura) o el concurso "Un, dos, tres... responda otra vez". 


Sin embargo, ninguno como aquellas historias para no dormir de las que estoy seguro que a alguno provoco que se pasara más de una noche sin pegar ojo.

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