Páginas

jueves, 28 de mayo de 2015

Clásicos Inmortales: El Bazar de las Sorpresas

Que Lubitsch era un maestro de la comedia es una evidencia. Y lo es gracias a una obra como esta que supo combinar a la perfección la comedia con el romance en uno de los títulos más reconocidos del cineasta de origen alemán.


Los empleados de una tienda de Budapest dirigida por el campechano Hugo Matuschek (Frank Morgan) son como una gran familia, en la que Alfred Kralik (James Stewart), el más antiguo y valorado de los empleados, siempre debe resolver las dudas del dueño. Pero no solo la tienda consume el tiempo de Kralik. El joven se cartea con una desconocida, hablando sobre diferentes temas relacionados con la cultura. Kralik parece estar enamorado de la joven a la que aún no conoce, pero que espera conocer, puesto que trata con ella temas muy profundos y se siente atraido por ella.


Un día se presenta Klara Novak (Margaret Sullavan) en la tienda, pidiendo trabajo. Esto lo lograra tras demostrar sus habilidades como dependienta al señor Matuschek. Muy pronto surgirán  rencillas entre ella y Kralik, al que Klara trata de forma despectiva al considerarlo un ser vulgar, muy diferente del hombre de sus sueños, un tipo culto y sensible con el que se intercambia cartas y al que ella espera conocer algún día. Y ahí es donde entra la comedia: resulta que Kralik y Klara son los dos que se cartean sin conocerse en persona. Asi que mientras ellos se desprecian estando en el mismo puesto de trabajo, se cuentan por carta sus más hondos sentimientos.

Klara y Kralik, enamorados sin saberlo

Todo parece transcurrir con cierta normalidad en la tienda hasta que de pronto el señor Matuschek, que tanto había confiado en Kralik, al que invitaba a las fiestas de su casa, deja de hablarle y le regaña por todo, estallando su ira cuando, tanto él como Klara le piden permiso para marcharse antes el día en que él les había pedido que se quedaran unas horas más tras el cierre para cambiar su escaparate. Lo cierto es que tanto él como Klara se habían citado para "conocerse" por lo que era evidente que los dos tenían que irse al mismo tiempo. Matuschek acabara despidiendo al que hasta hace poco había sido su empleado más importante.


Kralik, desganado, no quiere acudir a la cita, pero se acerca por curiosidad, acompañado por su amigo Pirovitch (Felix Bressart), a la cafetería donde habían quedado, dándose cuenta en ese momento de que la mujer con la que ha mantenido la relación epistolar es Klara, por lo que finalmente se decide a entrar, aunque sin identificarse como tal, y charla con ella, aunque finalmente, y como siempre acabaran discutiendo.

Kralik incordia a Klara

Mientras, esa misma noche, Pepi (William Tracy), el chico de los recados, logra evitar el suicidio del señor Matuschek, tras enterarse éste por un detective (Charles Halton) de que, tal como sospechaba, su mujer le engaña con uno de sus empleados. Pero para su sorpesa no es Kralik como él creía (lo que "justificaba" su mal proceder con su ahora ex-empleado), sino el pelota Ferencz Vadas (Joseph Schildkraut), que lleva un tren de vida que no se corresponde con sus ingresos. 


Tras admitir su error, y mientras se encuentra en el hospital, Matuschek no solo readmite a Alfred, sino que le nombra director de la tienda, siendo su primera decisión echar literalmente a patadas a Vadas. Tras ello visitará a Klara, que, tras la fallida cita con su enamorado, que no se "presentó", sufrió un disgusto tan grande que enfermó. Ella mejorara, tras recibir una carta de disculpas de su comunicante anónimo en la que se justifica por no haberse presentado a la cita, debido que la vio con otro hombre.


En Nochebuena, después de haber obtenido un éxito ganancial atronador y antes de cerrar la tienda, Kralik habla con Klara y le cuenta que conoce al hombre objeto de sus sueños, al que halaga a la vez que lo describe como un hombre gordo y calvo que está en el paro y que se interesó mucho por el sueldo de la joven debido a que él carece de trabajo, haciéndole ver además que los textos de su carta eran copiados de autores famosos.
Ella se siente comprometida con ese desconocido, pero, por otra parte, se siente desengañada por las espectativas que tenía hacía él. Kralik no tiene dudas respecto a lo que siente por ella y le confiesa que él es el autor de las cartas y que está enamorado de ella. Ambos se fundirán en un beso. 


Magnífica obra del maestro Lubitsch con una pareja como Margaret Sullavan y James Stewart, que es ejemplo de perfecta sincronización en una de las mejores comedias románticas de siempre. El toque Lubitsch estaba más vivo que nunca y lo siguió demostrando en películas posteriores.

Ficha

Dirección
Ernst Lubitsch
Producción
Ernst Lubitsch
Guión
Samson Raphaelson
Ben Hecht
Obra: Miklós László
Música
Werner R. Heymann
Fotografía
William H. Daniels
Montaje
Gene Ruggiero
 
Otros datos

País
Estados Unidos
Año
1940
Género
Comedia, Romance
Duración
99’
 
Protagonistas

Actor
Personaje
Margaret Sullavan
Klara Novak
James Stewart
Alfred Kralik
Frank Morgan
Hugo Matuschek
Joseph Schildkraut
Ferencz Vadas
Sara Haden
Flora Kaczek
Felix Bressart
Pirovitch
William Tracy
Pepi Katona
Inez Courtney
Ilona Novotny
Charles Halton
Detective
Charles Smith
Rudy

No hay comentarios:

Publicar un comentario