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martes, 18 de noviembre de 2014

Aquel hospitalito...

Recuerdo que cuando era niño más de una vez vine al hospitalito. Éste era llamado así porque estaba dedicado exclusivamente a la infancia. De hecho, cuando fue creado, era uno de los dos existentes en España.  ¿Pero quién fue el que hizo posible su creación?


Este gran hombre fue el Doctor Diego Guigou y Costa, que nació en el Puerto de la Cruz en 1861. Don Diego fue un hombre que se gano a pulso su condición de persona entregada a sus convecinos, llegando a actuar de forma destacada frente a las frecuentes epidemias de por aquel entonces e, incluso, llego a contraer la fiebre amarilla de la que afortunadamente se recuperó.
Sin embargo, había algo que le preocupaba y de lo que tenía constancia en su trato con otras personas y era la falta de recursos económicos, algo que afectaba considerablemente a los niños. Hay que notar que la mortandad infantil era muy alta desde siempre y los problemas infantiles le habían traído de cabeza al buen doctor desde hacía mucho tiempo. 

El Doctor Guigou

Es por eso que la noche del 26 de Julio de 1900, en la sesión extraordinaria que celebraba el Gabinete Instructivo, don Diego presentó a la sociedad tinerfeña un proyecto. Éste consistía en la construcción de un centro benéfico, dedicado exclusivamente a tratar los problemas de salud de los niños, advirtiendo que los servicios tanto de médicos como enfermeras tenían que ser gratuitos. Se creo una comisión de filántropos, que con dinero y muchisimo esfuerzo hizo posible el sueño de Guigou.


Al principio tan solo disponía de doce camas. Con el niño enfermo, ingresaba también su madre, quien permanecía al lado de su hijo, siempre que los médicos lo estimasen conveniente. Este hospital fue agrandándose día a día tanto en número de salas, como en instrumental, cocina, etc.  Las Hermanas de las Siervas de María fueron las primeras que corrieron con el cuidado y bienestar de los niños. Éstas fueron sustituidas en 1920 por las Hermanas de la Caridad hasta su cierre en el año 2000. Esta institución benéfica fue muy valorada en su tiempo por su gran labor en el cuidado de los niños, cumpliendo, en definitiva, una labor social.  Don Diego Guigou, portuense de nacimiento, chicharrero de adopción, falleció en 1936 en su casa de la plaza Weyler, siendo uno de los hombres más respetados de su tiempo.
Tengo que reconocer que con su reapertura hace algunos años como centro de salud me acorde de muchos momentos pasados en él y cuando he tenido que pasar por la zona o incluso entrar en el mismo (muy cambiado eso si), tengo que reconocer que se me salta alguna lagrimilla. Y es que ese, para muchos chicharreros y canarios, fue durante mucho tiempo nuestro hospitalito.

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