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domingo, 7 de septiembre de 2014

Palabras incompatibles con la Democracia

Estoy seguro que sí a alguien le preguntaran cuál es una palabra incompatible con cualquier sistema democrático, el 99% de los encuestados diría que es la palabra censura. No es del todo incierto, pero esa no es más que una consecuencia de un sistema en el que se permiten las libertades del ser humano. Las palabras que deben estar desterradas de cualquier Democracia son muy simples. Son dos palabras en las que las personas suelen caer una y otra vez en épocas de crisis, saliendo partidos que no sólo las propugnan, sino que las defienden como validas para conseguir sus objetivos. Las palabras en cuestión son miedo y violencia.


Sobre la primera, ante la gran crisis que existe en la izquierda a niveles generales, he llegado a leer y oír que es necesario la unión de las izquierdas para 'meter miedo' al Gobierno y a la derecha. En primer lugar, ya tuvimos en España un frente de izquierdas con un resultado lamentable. En segundo y último lugar ¿miedo de qué? ¿me van a insultar? ¿me van a pegar? ¿van a hacer un golpe de Estado? Yo no tengo miedo a debatir con personas con las que no coincido, pero ¿acaso ellos tienen miedo de debatir conmigo o cualquier adversario político pacifico?
Y de ahí viene la segunda palabra: la violencia. El miedo degenera en violencia y ésta es un arma muy poderosa cuando se utiliza para conseguir objetivos políticos basándose en que determinado Gobierno, según mi concepción de la vida, no lo esta haciendo bien, éste se encuentra deslegitimado. Hemos visto en "manifestaciones" como se ha agredido a policías y como al día siguiente se ha pedido que salieron los agresores a los que se había detenidos. En un país extremadamente ideologizado como casi siempre ha sido España, ésta es una de las peores formas de oponerse a un Gobierno. El ideólogo del partido del tipo de la coleta es el ejemplo perfecto: un ser violento y despreciable que legitima la violencia para conseguir el poder. Lo bueno es que este tipo de izquierda no es nada nuevo y ya conocemos sus tácticas asesinas y totalitarias (las asambleas no son más que los antiguos soviets de la URSS) y lo malo es que son capaces de las mayores atrocidades. Sólo les basta una crisis para acabar con un sistema democrático, que es imperfecto, pero es más preferible antes que una nueva URSS o una Venezuela donde se venera como un Dios a un golpista. 
El miedo y la violencia son dos palabras capaz de acabar con un país hasta el punto de llevarlo a una indigencia aún mayor que los resultados de esta crisis económica, que aún padecemos. Como decía Rene Martin du Gard: "No puedo admitir la violencia, ni siquiera contra la violencia". Y añado que un demócrata y, por lo tanto, una persona respetuosa con todas las ideas se revela contra no sólo contra la violencia, sino contra el miedo provocado por los indeseables de siempre.

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