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domingo, 28 de septiembre de 2014

La ciencia y Dios

Siempre han sido dos temas contrapuestos. Como sí no pudieran complementarse a la perfección. Dice Stephen Hawking, una de las mentes más brillantes de los últimos 50 años, que "Dios no existe y que el es ateo". 
 

A Hawking le pasa como a muchos científicos que niegan la existencia de Dios por su frustración a la hora de comprender el por qué del Universo, no sólo su creación, sino el funcionamiento del mismo. Piensan que lo que no pueden explicar, no existe. Y ese es el mayor error de los científicos. Un error que cometieron los propios creyentes cuando utilizaban cualquier hecho supuestamente sobrenatural para dar a entender que Dios no solo existe, sino que esta presente. 
En la actualidad, salvo los cristianos más radicales, nadie cree literalmente lo que nos cuenta el Génesis, ya que el objetivo del que lo puso por escrito no era los supuestos hechos históricos, sino mostrarnos que pasa cuando el hombre se aleja de Dios. Lo vemos con la historia del pecado original o el asesinato de Abel por parte de su hermano Caín. 
La ciencia y la Religión no son precisamente incompatibles. La ciencia ha estado explicando cosas que hasta la fecha se explicaban únicamente por la Fe como por ejemplo el Arco Iris. Eso no significa que Dios tenga que ser excluido como tal. El Universo es demasiado amplio para pensar que todas y cada una de las cosas son una "simple" casualidad.

Galileo Galilei

Hawking, como muchos otros que se dedican a la investigación científica, dice no creer en Dios. Se equivoca tanto como los religiosos que rechazaban la ciencia tomándola como enemiga de la Fe (Galileo y otros tantos padecieron la intolerancia por parte de algunos). Sí hay algo que nos puede ayudar a comprender a Dios, es la ciencia; sí hay algo que consiguen las investigaciones científicas, es alcanzar los misterios de Dios. Dios y la ciencia no sólo son compatibles, sino necesarios para comprender el mundo que nos rodea.

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