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martes, 2 de septiembre de 2014

Adaptaciones de libros ¿Fieles o inexactas?

Desde que el cine llego a nuestras vidas (por así decirlo), muchas han sido las adaptaciones de obras de la literatura al séptimo arte. Desde siempre uno se ha preguntado sí las adaptaciones han respetado la idea original del autor o se han ido por las ramas.


Dos de los personajes arquetípicos de esa cuestión es Drácula y Sherlock Holmes, cuyas adaptaciones han dado mucho que hablar. Obviando el "Nosferatu" de Murnau, el Conde Transilvano ha sido de los personajes literarios más adaptados y maltratados por parte de los directores de cine. Las primeras obras (esencialmente con Bela Lugosi y Christopher Lee) respetaban la tensión y la naturaleza terrorífica, pero se perdían en un mar de confusión al poner a los personajes (muchos ni aparecían) y el argumento respetaba poco la obra original. 


Mención aparte, merece la aclamada por algunos y aborrecida para otros, Drácula de Bram Stocker dirigida por un Coppola, que intenta vincular muy torticeramente el Drácula ficticio con el personaje en el que se basó Stoker Vlad "el empalador" y llevándonos a una especie de historia inmortal entre Mina y el Conde (¡¿?!) y una actuación vergonzosa por parte de algunos autores (Anthony Hopkins ¿por qué?). El hecho de que algunos la aclamaran probablemente deriva en el desconocimiento de la propia obra de Stoker, así como la necesidad de ver una historia de amor imposible. 
Por otra parte, tenemos a Sherlock Holmes del cual su más fiel interprete lo tenemos en Jeremy Brett, dado que su serie, así como las películas que hizo del personaje eran la representación más fiel del mismo. No ocurrió lo mismo con Basil Rathbone en los 40, con Peter Cushing o, ni mucho menos, con Robert Downey Jr. 

Jeremy Brett como Sherlock Holmes

Después estan las películas que son más conocidas, que las obras en las que se basaron. Caso arquetípico lo tenemos en Rebeca, primera película de Alfred Hitchcock, o en menor medida con "Lo que el viento se llevó", que inmediatamente tuvo su adaptación en el cine. 

Joan Fontaine y Laurence Olivier

Después existen autores que se enfadan mucho con el resultado. Fue el caso de Pierre Boulle, autor de "El Puente sobre el Río Kwai". La película obtuvo el Oscar al Mejor Guión Adaptado, pero los guionistas, Michael Wilson y Carl Foreman, al estar en las lista negras no pudieron recogerlo. La idea era que Boulle lo recogiera, pero se nego debido a que nunca acepto que el final de su obra fuese alterado en la película. Foreman y Wilson acabarían recibiendo dicho Oscar en los años 80, aunque sería recogido por sus familiares, ya que habían muerto. 

Pierre Boulle

Otro caso de autor descontento lo tenemos en la escritora P. L. Travers autora de la conocidisma Mary Poppins, que, a pesar de haber colaborado en la creación de su obra por parte de Disney, salio muy descontenta del resultado final, ya que había cambiado su historia hasta tal punto de hacerla un musical en el que un momento dado aparecían dbujos animados.
Después hay autores que llamativamente permiten cambios en su obra de tal forma que en algunos casos son irreconocibles para los que las hemos leído. Un caso paradigmático es el de "Alatriste" de Arturo Pérez Reverte, que intento juntar cinco obras en una sola película con resultado desastroso.
De todas formas no todas las historias adaptadas al cine son malas o infieles a la original. Un caso que me viene a la cabeza es "El Asesinato del Orient Express" de 1974, dirigida por Sidney Lumet, con interpretes tan grandes como Sean Connery, Ingrid Bergman y Lauren Bacall. Una obra tan fiel al libro en el que se basa que es como sí lo estuvieramos leyendo, mientras vemos a los personajes moverse. 


Reconozco que no debe ser fácil adaptar una obra y más cuando ésta ha alcanzado un alto grado de importancia o por la estructura de la misma, es complicado ceñirse a los canones establecidos (la mencionada Drácula es una obra epistolar). Sin embargo, no hay mayor homenaje a un autor que el mostrar su obra sí no 100% fiel (algo que es imposible), al menos respetar la idea original, que en su momento tuvieron que basarse en alguna motivación especial.

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