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lunes, 7 de julio de 2014

¡Hasta siempre, Saeta!

Siempre que mi padre y yo hablamos de fútbol y de grandes jugadores, él siempre me dijo que Pelé había sido muy bueno y que Maradona había hecho cosas grandiosas, pero uno había sido más grande que los dos anteriores: y ese había sido Alfredo Di Stéfano.


De Di Stéfano sobran las palabras. Era el que iniciaba el juego y lo acababa con sus poderosos remates que casi siempre acababan en gol. Di Stéfano significo mucho a la hora de modernizar el fútbol en España. El primero que inicio el cambio sería Kubala en el Barcelona, pero sería don Alfredo el que lo perfecciono. 


Y cambio la historia de un equipo, el Real Madrid, que llevaba más de dos décadas sin ganar una Liga. Ese equipo liderado por el maestro de Maestros Di Stéfano, junto a otras grandes estrellas como Puskas, Gento o Santamaría. Formo un equipo de leyenda, que consiguió las cinco primeras Copas Europeas de manera consecutiva. Di Stéfano marco en todas las finales, de las cuales en la última anoto tres goles. Tenía 34 años.


Hoy Di Stéfano ha fallecido. Se ha ido el más completo. Él siempre se lo debió todo a la pelota, aquel entretenimiento de aquellos años en Argentina y que le acabaría llevando a la fama mundial. Di Stéfano le dedico una estatua a la propia pelota con el título de "Gracias Vieja" y yo ahora, como muchos otros digo, gracias don Alfredo por hacer disfrutar a tantos aficionados no sólo en España, sino en todo el mundo. Hoy se fue uno de los más queridos hijos del fútbol. Se fue el hombre; quedo la leyenda.
  

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