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sábado, 26 de abril de 2014

El misterio de la vida

Tengo que confesar que ayer sentí mucha pena. Pena por como se le había apagado la vida a un hombre que apenas tenía 45 años. Un hombre joven llamado Tito Vilanova, que después de luchar contra el cáncer, no podía más y sucumbía ante enemigo tan horrible.


Siempre es doloroso que alguien muera. La diferencia esta en el cómo. Y Vilanova aún era demasiado joven para sucumbir ante ese misterio tan grande que es la muerte. Un estado que paradojicamente forma parte de la vida. Una vida que es un misterio desde la concepción hasta el final de nuestros días. Y es en ese misterio tan terrible de la muerte cuando nos hacemos las mismas reflexiones ¿por qué un hombre tan joven tenía que morir? ¿para cuando una cura ante tal enfermedad?
Yo tengo mis creencias cristianas y confió en una salvación eterna, pero, a veces, como ser racional que somos, se nos plantean las eternas dudas de por qué ocurren las cosas de esta forma y no de otra. Independientemente de las creencias de cada cual, a veces los avatares relacionados con el sufrimiento por el familiar perdido, nos llevan a pesar que quizá no hemos hecho lo suficiente o podíamos haber actuado de una forma y no de otra. 
Tito deja mujer e hijos con edades muy jóvenes. El dolor por la perdida de un padre siempre es grande porque desde pequeños parece que van a estar siempre con nosotros o que, independientemente de la edad, nos cuidaran, nos ayudaran y nos protegerán. Y no es verdad.
Sí la vida es un misterio, la muerte lo es aún más. Porque a veces la vida nos lleva por caminos muy diferentes a los que teníamos pensados desde el inicio. Por eso hay que vivir con toda la alegría posible, queriendo mucho a todos los que se encuentran a nuestro alrededor. Porque la vida es demasiado maravillosa y bella para preocuparnos por tonterías o vivir odiando, que es tanto como una muerte en vida. La vida puede llegar a ser fantástica, sí nosotros queremos.
PD: todas mis condolencias a la familia de Tito Vilanova. Un hombre, cuyos colores deportivos eran distintos a los mios, pero en el que por encima de todo, se destacaba la gran profesionalidad, su humildad y su eterna lucha contra una enfermedad terrible. D. E. P.

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