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miércoles, 26 de febrero de 2014

Clásicos Inmortales: Luces de la Ciudad

Hace unos años ya había llegado el cine sonoro a nuestras vidas. Parecía que toda película muda ya era algo propio del jurásico. Sin embargo, el genio de Charlie Chaplin todavía podía con las modas y sería en pleno año 1931 cuando estrenaria una de sus más grandes y maravillosas obras, junto a "El Chico", Luces de la Ciudad.


La película comienza en la inauguración de una estatua en la que las clases dirigentes de la ciudad asisten para tal acontecimiento. La sopresa llega cuando, tras destapar la estarua, se encuentran al vagabundo (Charlie Chaplin) durmiendo en ella. Finalmente tiene que irse, no sin oir antes las protestas de los asistentes.
La vida en la ciudad es muy ajetreada, excepto para el vagabundo, que parece vivir una vida plena a pesar de su soledad. 
En medio de sus paseos se encuentra con una florista ciega (Virginia Cherril) de la que se enamora. Sin embargo, ella, a raiz de su ceguera, cree que el desconocido es una persona de posibles y no un simple vagabundo. El promete cuidarla y hacer todo lo posible para que la chica pueda ser operada y así obtener visión.


Poco después evita el suicidio de un millonario borracho (Harry Myers), quien constantemente a lo largo de la trama le hace promesas de amistad y promete ayudarle en todo lo que sea, aunque cuando recupera la sobriedad lo rechaza, ya que su posición no admite el que sea amigo de un miserrimo vagabundo. 

El vagabundo ayuda a la florista

Cuando el vagabundo descubre que van a embargar la casa de la florista si no reúne dinero suficiente, prueba suerte en diferentes trabajos. Para la historia queda su combate de boxeo, que, por supuesto pierde, pero no sin dificultad para su contricante. 


Finalmente, obtiene, mil dólares de su amigo millonario, quien se los regala generosamente cuando se encuentra ebrio.Sin embargo, tras recuperar la sobriedad, niega conocer al vagabundo, acusandolo de robo ante la policia, que dada la posición de uno y otro, cree más al millonario que al sincero vagabundo.

En las alocadas fiestas de la alta sociedad

La policia lo persigue, atrapandolo, aunque le da tiempo para entregar el dinero a la chica, permitiendo que esta pueda operarse la vista. El vagabundo, por el contrario, pasa una larga temporada entre rejas.
Al salir, vuelve a encontrarse con la florista, que ahora regenta una tienda en lugar de un puesto callejero y vive con la esperanza de reencontrarse con su supuesto millonario. A principio la chica ve al vagabundo con cierto desden, pero es cuando le da una flor y le toca la mano cuando reconoce en ese ambulante pobre de dinero, pero sincero de corazón, a su fiel benefactor.

La florista reconoce en el vagabundo a su benefactor

Esta película es tremendamente hermosa en su conjunto, ya que dentro de una ciudad caotica en la que las clases pudientes actuan de forma atroz con los que no tienen nada, todavía hay personas sinceras capaces de dar amor como el vagabundo a la florista. Chaplin tuvo una serie de problemas legales debido a que como banda sonora sonaba la violetera del maestro Padilla, sin tan siquiera nombrarlo a él, por lo que éste lo demando, ganando el juicio. Sin embargo, sólo es un pequeño problema que no desluce para la nada esta obra filmica del gran Chaplin, que aún en cine mudo demostraba toda su capacidad técnica.

Ficha

Dirección
Charles Chaplin
Producción
Charles Chaplin (sin acreditar)
Guión
Charles Chaplin
Música
José Padilla
Charles Chaplin
Arthur Johnson
Alfred Newman
Fotografía
Rollie Tolheroh
Gordon Pollock
Montaje
Charles Chaplin (sin acreditar)

Otros datos

País
Estados Unidos
Año
1931
Género
Comedia, Romance, Drama
Duración
81’

Protagonistas

Actor
Personaje
Charles Chaplin
El vagabundo
Virginia Cherrill
Florista
Florence Lee
Abuela de la florista
Harry Myers
Millonario

La florista y el vagabundo (la violetera)

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