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domingo, 22 de diciembre de 2013

El partícular arte de El Greco

Si hay un pintor que me ha sorprendido desde siempre ese ha sido Doménikos Theotokópoulos. Conocido como El Greco por su procedencia griega, antes de pasar por Toledo donde realizo gran parte de su obra, había estado en Creta, Venecia y Roma.


Lo que resulta más llamativo de tan insigne pintor son las figuras estilizadas y alargadas, casi fantasmales que nos presenta. El contraste de colores es una de sus características más visibles, así como la expresividad de todos los personajes.
Si bien, aún siendo un pintor destacable, no se le tomo en tan alta consideración hasta el último siglo, donde se comenzó a estudiar su obra de forma concienzuda, llegando a ser considerado uno de los artistas más grandes de la civilización occidental.
A continuación les muestro una lista de las que, en mi opinión, son las mejores obras de este grande del arte pictórico.

Sus mejores obras
1. El entierro del Conde de Orgaz
Una de las obras más reconocidas de El Greco. Dicha obra fue realizada para la parroquia de Santo Tomé, donde se encuentra en la actualidad, y es en honor a uno de los benefactores de ésta, Gonzalo Ruiz de Tolero, Señor de Orgaz.


El obra representa las dos dimensiones de la existencia humana: abajo la muerte (donde encontramos en el centro el cuerpo yacente del Señor de Orgaz) y arriba el cielo, la vida eterna. Con ello, el autor buscaba plasmar en el cuadro lo que constituye el horizonte cristiano de vida ante la muerte.
Al entierro oficiado por el sacerdote, le acompañan múltiples figuras, todas ellas de color negro (alguna con el signo de la cruz de Santiago bordada en su pecho). Una de ellas, se dice que es un autoretrato del propio Greco, aunque no se sabe a ciencia cierta.
2. El caballero de la mano en el pecho
Fueron muchos los retratos que pinto El Greco, pero ninguno ha alcanzado tantos elogios como esta pintura. Ubicado en el Museo del Prado, esta obra, cuyo personaje desconocemos su nombre, representa la nobleza asociada a llevarse la mano en el pecho, dejando entrever el honor por el que se debe regir toda persona.


La pintura destaca por su profunda oscuridad resaltando la mano en el pecho, así como la empuñadura de su espada. Es de destacar el poema que Manuel Machado le dedico a la obra:
Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura,
de su admirable estoque toledano.
3. El expolio
Ubicado en la Catedral de Toledo, esta pintura es para muchos una de las más bellas producciones del autor griego. En ella, se representa cuando le quitan las vestiduras a Cristo, al que van a crucificar. En el podemos ver una gran cantidad de personajes toscos y mundanos, cuyo máximo interés es quitarle sus vestiduras.


Pero sobre todas ellas, resalta a Cristo, el cual sabiendo su futuro, lo único que hace es mirar al cielo, siendo su cara la parte más luminosa del cuadro, destacándose, además, el vivo color de los ropajes del Mesías (rojizo) frente a la oscuridad general de la pintura.
4. Pentecostés
Esta pintura se encuentra en el Museo del Prado. Pertenecía al conjunto pintado para el retablo de doña María de Aragón, la cual era la mecenas de la obra. Aquí se representa la llegada del Espíritu Santo, simbolizada en el llamas sobre las cabezas de los discípulos y la Virgen.


Podemos ver como todos los personajes de la pintura miran hacía el cielo y como en medio de la oscuridad en lo más alto esta el Espíritu Santo en forma de paloma luminosa. Las figuras extremadamente alargadas son una de sus reconocidas características.
5. El bautismo de Cristo
Ubicada en el Museo del Prado, esta obra vuelve, en cierta medida, a retratar la temática asociada al entierro del Conde de Orgaz. Podemos ver dos planos: el terrenal, donde Cristo es bautizado por Juan Bautista, y el celestial, simbolizado en Dios Padre y el Espíritu Santo.


Sin embargo, en esta obra, los ángeles adquieren un papel más protagonista ya que son los encargados de portar las ropas del Mesías. Esta pintura esta muy influenciada por la obra de Miguel Ángel en la musculatura de los cuerpos.
6. La expulsión de los mercaderes
En esta pintura, Cristo adquiere un tono si cabe más protagonista, ya que en esta caso esta expulsando a los mercaderes del Templo, los cuales han convertido la casa de su padre en una cueva de ladrones.


Influenciado nuevamente por el carácter anatómico de Miguel Ángel, El Greco nos muestra, sin embargo, a un Jesús sereno, mientras las otras figuras por la forma de ponerse, se encuentran alteradas ante el Mesías, el cual los esta echando. Por otro lado, es resaltable la arquitectura del Templo, siendo capaces de reconocer escenas del Génesis, como la expulsión de Adán y Eva y el sacrificio de Isaac por Abraham.
7. La resurrección de Cristo
Se encuentra en el Museo del Prado. Fue inicialmente pintado para el para el retablo de doña María de Aragón. Este cuadro, donde se nos muestra la resurrección de Jesús es una de las pinturas que más representa el estilo de su autor: figuras alargadas y colores chillones y antinaturales. 


En ella podemos ver como los sorprendidos soldados, contemplan como aquel que han crucificado, esta vivo. La escena en la que los soldados son participes de la resurrección procede de leyendas medievales apócrifas. Es destacable, la figura triunfante y serena de Cristo frente al desconcierto de los soldados, que no dan crédito a lo que están viendo.
8. Laoconte
Ubicada en el Museo Nacional de Arte de Washington D.C., esta pintura es una de las pocas obras mitológicas de El Greco. En la obra se representa la historia y el castigo de Laocoonte a manos del dios Poseidón, condenados a ser devorados por unas serpientes. 


Es destacable la contorsión de los personajes, haciendo clarisima referencia al dramatismo ante un castigo tan atroz. Esta es una de sus últimas obras,  dejándola inconclusa a su muerte. En ella dicen que colaboro con su hijo Jorge Manuel.
9. San Juan Evangelista y san Francisco de Asís
Esta pareja de Santos es una de las composiciones más recordadas del pintor griego. Ubicada en el Museo del Prado, podemos ver a San Juan a la izquierda, con una característica túnica rojiza, y a San Francisco con su clásico hábito, símbolo lo de la pobreza, y sus estigmas.


Por otro lado, podemos ver la simbología característica de San Juan, ya que, junto a él, se encuentran el águila y el dragón.
10. Cristo abrazado a la Cruz
Ubicado en el Museo del Prado, forma parte de la última etapa toledana de El Greco. En ella podemos ver a Jesús, mientras que sujeta con sus manos una gran cruz escorzada. Durante la escena, eleva la mirada hacia el cielo, pareciendo haber trascendido del dolor físico en su tortuoso camino hacía el Monte Calvario.



En esta pintura, el Greco transforma una imagen característica del Nuevo Testamento en toda una estampa de devoción, destacando por la luminosidad de un Cristo sereno y abrazado a su cruz.

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