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miércoles, 21 de agosto de 2013

Velázquez, un genio para la eternidad

Año 1621. Después de varios años de aprendizaje en su ciudad natal, Sevilla, llegaba a la Villa y Corte de Madrid, Diego de Silva. El joven debió quedarse anonadado ante la magnificencia de tal ciudad que pasaba por ser la del Imperio más poderoso de la tierra. Allí debió conocer a diferentes nobles, los cuales querían ser retratados por el incipiente artista, el cual era yerno y alumno aventajado de Francisco Pacheco. Tras un viaje a Italia, el joven artista volvió a la Corte, pero esta vez para quedarse. Ya no era el joven sin experiencia que había llegado a Madrid. Todos querían ser retratados por el genio sevillano, incluida la familia real, que lo tuvo como pintor de cámara, realizando cuadros que han pasado a la historia. Pero el joven había dejado de ser conocido como un tal Diego de Silva, pasando a ser reconocido por el apellido materno: Velázquez.


Si, les estoy hablando del gran genio andaluz, cuyas obras, en su gran mayoria, forman parte de ese templo dedicado al arte que es el Museo del Prado. Muchos hombres han dedicado su vida a las artes pictoricas, pero es ese sevillano, alumno aventajado de Pacheco, el que se ha ganado con luz propia estar en el Olimpo de los más grandes.
Sus maravillosas obras es un homenaje a la pintura de la que el vivió y se gano ser uno de los hombres más respetados de su época. Gracias a hombres como Velázquez, España vivió aquel periodo maravilloso que se dio en conocer como el Siglo de Oro de las Artes y las Letras. 
Hombres como ese han ayudado a enaltecer aún más si cabe a ese país maravilloso llamado España que no sólo destaco a nivel militar (un Imperio donde no se ponía el sol), sino en las artes. Y es que en esos años, el idioma oficial del mundo era el castellano. Y a ello contribuyeron las fantásticas obras de ese genio que un día decidió tomar rumbo a Madrid, ganandose la fama de uno de los pintores más excelsos del mundo.
A continuación les muestro una lista de las que, en mi opinión, son las mejores obras de este maestro de la pintura.

Sus mejores obras
1. Cristo crucificado
Una de las obras más reconocidas del genio andaluz. En ella podemos ver a un Cristo en todo su esplendor. Llama la atención que la figura ese sobre fondo negro. Con ello, buscaba conseguir aún más que destacara la figura de un crucificado, al que vemos tranquilo, lejos de muchas pinturas que lo muestran contorsionado, con evidentes muestras de dolor.


Este Cristo, sin embargo, esta muy lejos de ser una figura doliente. En él, Velázquez, busca la paz, propia de un Señor que sabía que iba a morir por los pecados de la humanidad y, así lo demuestra con esta figura serena, lejos del dolor.  También podemos ver que Velázquez utiliza cuatro clavos en la crucifixión, a diferencia de muchas pinturas que lo muestran con tres, y que en el cartel que, según las escrituras, hizo poner Poncio Pilatos, que ponía Jesús Nazareno Rey de los Judios (INRI), en el cuadro aparece, al igual que en el texto biblico, con las tres lenguas que se hablaban en la zona.
Este cuadro es una maravilla, llegando a ser una de sus obras más destacadas. Don Miguel de Unamuno llego a dedicar al Cristo de Velázquez un maravilloso poema.
2. La rendición de Bredá o las lanzas
Conocido como el cuadro de las lanzas por la cantidades de ellas que podemos observar, éste representa un momento clave de la historia de España, una época en la que el Imperio estaba en guerra en la zona de Flandes. 


El cuadro representa la rendición de la ciudad de Bredá a los victoriosos españoles. Pero no una rendición como muchas que se busca que el defensor claudique ante el escarnio de las tropas. En ella, podemos ver a Justino de Nassau, ligeramente arrodillado ante Ambrossio Spinola, pero es una rendición honrosa puesto que Spinola con una mano afectuosa recibe al vencido, reconociendo su valor y el de todos los soldados que defendieron la ciudad.
Lo que destaca del cuadro es, en definitiva, la caballerosidad del vencedor con el vencido al que trata como un igual, dado que demostraron una gran valentía. El cuadro se conserva en el Museo del Prado desde 1819 y es uno de los cuadros historicos más representativos de su época.
3. La familia de Felipe IV o las meninas
Este fue uno de las pocas pinturas en las que podemos ver un autoretrato del mismo Velázquez, que se supone pinta la escena. Conocido como las meninas por que hay varias mujeres cuya función era la de acompañar a las mujeres de la familia real.


En ella, podemos ver a la Infanta Margarita rodeada de diferentes personajes que forman parte de su circulo, así como al de la familia real. Es de destacar la profundidad de los claroscuros que da Velázquez a su obra. En el fondo podemos ver un retrato de los Reyes de España y a otra figura que es José Nieto Velázquez que era el aposentador de la reina.
4. El Conde-Duque de Olivares a caballo  
Si en algo destaco Velázquez es por su gran capacidad para retratar el cuerpo humano a la perfección, aun montado a caballo. Muchos fueron sus retratos ecuestres, pero, para mi, el más destacado fue el que realizó sobre el Valido de Rey, Gaspar de Guzman.


El Conde-Duque fue el hombre más poderoso de su tiempo, encargado de llevar a buen puerto un Imperio, ante un Rey inoperante como era Felipe IV. De reflejar su gran fuerza se encargo un Velázquez que en este cuadro nos demuestra el poderío que tenia un hombre tan poderoso como Olivares, retratado a lomos de un caballo, y con el ademán de su mano y su gesto parece indicarnos el destino de España.
5. El triunfo de Baco o los borrachos
Este es uno de los varios cuadros mitológicos que realizo Velázquez. En ella podemos ver al Dios del vino, Baco, obsequiando a varios personajes con vino de su propia cosecha. Los personajes sonríen y se divierten.


Hay que recordar que Baco (o Dionisio) era el Dios del vino y las fiestas. Las bacanales eran muy frecuentes en Grecia y Roma y el genio sevillano lo que quiere es dar a entender el jolgorio que provoca el néctar que les da el mismo Dios del vino. De ahí que la pintura también haya sido denominada como "Los borrachos".
6. El tocador de Venus o Venus del espejo
Otra obra mitológica de Velázquez que, en este caso, trata de representar a la belleza femenina, encarnada en la Diosa Venus (o Afrodita) que como bien se sabe era la Diosa del Amor y la Belleza.


La obra representa a la diosa en una pose erótica, tumbada sobre una cama y mirando a un espejo que sostiene el dios del amor sensual, su hijo Cupido. En el cuadro lo importante no es que Velázquez represente a una conqueta Diosa Venus, sino su ideal de belleza femenina. 
Actualmente se encuentra en la National Gallery de Londres, perteneciendo en épocas pretéritas a la Casa de Alba y a Manuel Godoy.
7. Coronación de la Virgen
Según Antonio Palomino, estaba en el oratorio del cuarto de la reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV. En ella podemos presenciar la asunción de la Virgen, vista de tal manera que es la misma Trinidad (Padre, Hijo y Espiritu Santo) la que coronan a la madre celestial.


En ella podemos ver a una hermosa madre de Dios con la mano en el pecho, siendo coronado por Dios al que podemos ver como un anciano bondadoso, su hijo y en forma de paloma (la representación tradicional) al Espíritu Santo. También destaca por la nube que sube a la Virgen a los cielos, donde destacan los diferentes angeles que la acompañan en la ascensión.
8. La Fragua de Vulcano
Otro cuadro mitológico del genio sevillano que refleja a la fragua donde el Dios forjador Vulcano, realizaba todos sus trabajos.


La escena está tomada de "Las metamorfosis" de Ovidio, 4, 171-176, y refleja el momento en que Apolo, «el dios Sol que todo lo ve», revela a Vulcano el adulterio de Venus con Marte, el Dios de la Guerra, del que él ha sido el primero en tener noticia. El herrero Vulcano, esposo ofendido, al recibir la noticia, perdió a la vez «el dominio de sí y el trabajo que estaba realizando su mano de artífice».
En ella podemos ver a un Vulcano cuya mirada lo dice todo y a un Vulcano que parece que con toda tranquilidad le cuenta las actitudes adulteras de su mujer.
9. Felipe IV cazador
De todos era sabido las querencias de Felipe IV por la caza y que mejor que el pintor de camara para retratar a la prefección al Rey en traje de faena.


El resultado no puede ser más brillante con un Rey que sostiene una escopeta con la mano derecha, mientras a su lado se encuentra el perro que le ayudara en su tarea. Lo destacable de la vestimenta del Rey es de colores oscuros.
10. La fabula de Aracne o las hilanderas
En este cuadro, Velázquez nos hace una introducción al mito de Aracne en la que la popular tejedora es convertida en araña por Atenea, dado que existían rumores de que tejía mejor que la misma Diosa.


Es un cuadro estilisticamente muy parecido a la Venus en el espejo, donde el genio sevillano demuestra una vez más su gran capacidad para conseguir profundidad en la imagen, siendo capaz de representar varias escenas al fondo.

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