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jueves, 25 de julio de 2013

La Invicta Santa Cruz

No era la primera vez que Santa Cruz de Tenerife se veía atacada por los ingleses. Ya lo habían intentado Blake (en 1656) y Jennings (en 1706), pero ahora los britanos volvían con más fuerza que nunca al mando de Horacio Nelson.


Los ingleses veían la tentativa a Santa Cruz como algo sencillo. Hay que destacar que la ciudad carecía de militares profesionales y era muy habitual ante ataques de este tipo recurrir a las milicias ciudadanas, las cuales con el ardor necesario eran capaces de rechazar al invasor.

Horacio Nelson

Los planes de Nelson eran los siguientes:
  • Desembarcar en la playa de Valleseco, avanzar hasta el montículo Altura, tomar por retaguardia el castillo de Paso Alto y desde allí negociar la rendición de la ciudad.
  • Si no se conseguía la rendición,  se enviarían fuerzas para desembarcar en la ciudad y tomarla en combinación con las de Valleseco.
El encargado de dirigir la defensa sería el Teniente General Antonio Gutierrez, el cual tenía un destacado currículum militar, siendo el más indicado para rechazar al enemigo inglés.
La tentativa anglosajona comenzó a verse en serios apuros cuando fueron avistados la noche del 21 al 22 de Julio y Gutierrez dio la orden de preparar la defensa de la ciudad.

El Teniente Antonio Gutierrez

En la madrugada del 22 de julio, tres fragatas inglesas se situaron a unas tres millas de tierra, e iniciaron el movimiento en dos formaciones de lanchas que desembarcaron hacia la costa.  Los defensores alertados de aquel desembarco, además del viento desfavorable, hicieron fracasar el primer intento, por lo que desembarcaron unos 1000 ingleses en la playa de valleseco, pero se encontraron con el fuego procedente del Castillo de Paso Alto que les hizo retroceder. El General Gutierrez, previendo que los tras fracasar en su asalto al Castillo, fueran directamente a la ciudad, mando ocupar los pasos de valleseco. Los ingleses, ante el fuego enemigo y lo escabroso del terreno, los obligaron a retirarse. 
Los ingleses se alejaron de la costa, mientras Gutierrez dejaba un pequeño destacamento en Paso Alto, mientras concentra a las fuerzas vivas de la ciudad, ante lo previsible de otro ataque. El enemigo anglosajon se lanzó de forma furibunda contra la ciudad, intentando tomar uno de los bastiones de la defensa de la ciudad, el Castillo de San Cristóbal.

Nelson tras recibir el disparo

Pero a pesar del silencio con el que pretendían avanzar a la costa chicharrera, la fragata San José y Paso Alto los detectaron y dieron la alarma, por lo que se formo un fuego cruzado donde la ciudadania de la ciudad se comporto de forma valiente frente al enemigo. Las lanchas a duras penas llegaron a la costa, pero muy maltrechas y con muchos muertos y heridos, además de que muchas fueron hundidas. Cuenta la tradición que el cañón Tigre fruto de uno de sus disparos le destrozó el brazo. El cañon aún se conserva, aunque si bien no sabemos si es real que el disparo procedio de él, si es cierto que Nelson dadas las lesiones producidas en el brazo, que perdería, tuvo que ser trasladado. 
Troubridge, uno de los más intrépidos capitanes de los ingleses, dirigió a las lanchas restantes la playa de la Caleta y llegaron a la Plaza de la Pila para aguardar la llegada de las demás. La demás unidades desembarcó en la playa de las Carnicerías, desde donde avanzaron por tierra  hasta que fueron arrinconados en la plaza de Santo Domingo.
El teniente Vicente Siera capturó cinco soldados ingleses en la Plaza de la Pila e informo a un desinformado Gutierres que los ingleses estaban arrinconados en el convento. Hasta ese momento, el propio Gutierrez pensaba que se estaba perdiendo la batalla.
Gutierrez de forma ávida y segura, movió a sus fuerzas alrededor del muelle para evitar contratiempos y cerco a los ingleses que se hallaban en Santo Domingo que finalmente acabarían por rendirse. Troubridge, tras otro intento fallido, negoció con Gutierrez la capitulación.
La rendición se firmó el día 25, día de Santiago y por lo tanto de la ciudad, yéndose los anglosajones  como habían venido y totalmente maravillados de la sagacidad de un Gutierrez que moriría tan sólo dos años después y de la respuesta de unos ciudadanos que lucharon de forma incansable contra su invasión. 

Rendición inglesa

Digno de admirar es la valentía con la que los chicharreros (los habitantes de Santa Cruz de Tenerife) rechazaron a un enemigo inglés que los podía superar en armas o hombres, pero no en una cosa: en ganar y esfuerzo por defender su ciudad y, en definitiva, su propia isla.
Al cumplirse 200 años de la gesta, se levanto una escultura homenaje (conocida como "El Grito" o "La mujer embarazada") en homenaje a aquellos valientes que lo dieron todo por defender su tierra del invasor inglés. Fruto de esta tercera victoria, la ciudad ostenta el título de Invicta (nunca conquistada), además de tener en su escudo tres cabeza de león negro en referencia a los tres intentos de conquista por parte de Inglaterra. 


Desde aquí mi homenaje a todos los valientes que defendieron la ciudad esos días y, en especial, a Antonio Gutierrez que a pesar de estar en los últimos años de su vida supo mantener la cabeza fría y ser fuerte ante las embestidas inglesas. Por eso se le debería hacer todo los homenajes a ese hombre, el cual supo dirigir con maestría la defensa de la Muy Noble, Leal e Invicta Villa, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife (el título de ciudad, y Muy Benéfica no lo recibió hasta el Siglo XIX).

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