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domingo, 19 de mayo de 2013

José de Viera y Clavijo, el ilustrado canario

Si tuvieramos que definir a don José de Viera y Clavijo diríamos que fue un adelantado a su tiempo y uno de los máximos exponentes de la ilustración en las Islas Canarias.

 
Nació en el Realejo Alto el 28 de diciembre de 1731. Para si, escogió llevar el segundo apellido de su padre. Si hubiera utilizado el modelo actual hubiera pasado a la historia como José del Álamo Clavijo. Ésto era muy frecuente hasta bien entrado el Siglo XVIII, dándose el caso en que ninguno de los hijos llevará ninguno de los primeros apellidos de los padres, puesto que se podía escoger entre los cuatro apellidos (dos del padre y dos de la madre) que más te gustara.
El pensamiento de Viera era polémico debido al atraso intelectual que vivía España. Su uso de la razón se hizo conocidisimo y, ante todo, era un pensador puro, el cual criticaba todo hasta llegar a la causa mínima, desgranando los pasos uno a uno. Viera desde temprano abrazó la vida eclesiastica, pero eso no le impidió seguir utilizando la razón para llegar a la verdad absoluta. Eso hizo que se ganara más de un enemigo dentro de la Iglesia y no era extraño que durante toda su vida lo llamaran al orden desde la misma curia. Esto no implica que José no tuviera Fé, al contrario defendía la Fé como hijo de la Iglesia que era, pero no era partidario de la credulidad ciega.
Su infancia fue muy dura, puesto que era débil y enfermizo, algo que fue toda su vida. Al año de nacer, sus padres se trasladaron al Puerto de la Cruz de la Orotava (el actual Puerto de la Cruz dependía administrativamente de la Orotava, de hecho era el Puerto del Municipio, de ahí su nombre). El que fuera a una zona muy proclive al intercambio comercial propició que el joven José pudiera adquirir libros y conocimientos que por aquella época estaban prohibidos por la Inquisición. Viera era un lector asiduo, eso aumento cada vez más si cabe su sed de conocimiento y su afición a la lectura iba a más y más. Viera siempre se declaró un admirador del filosofo francés Voltaire, al que seguramente leería ya en su época juvenil.


Se trasladó a San Cristóbal de la Laguna a vivir y allí, siendo conocido ya, frecuentaba la casa de Nava y Grimón en donde formaban tertulia las personas de mayor relieve y cultura de la isla. Se reunían con cierta regularidad por el solo placer de reunirse y de conversar, de cambiar impresiones sobre las últimas noticias y los últimos libros. El ambiente en que se movió Viera pertenecía a la casta intelectual, no sólo de la ciudad, sino de la isla.
Posteriormente se le ofrece trabajar en Madrid, como preceptor del hijo de un Marqués. En la Corte Española vive muy cómodamente y de forma muy desahogada. Se codea con la nobleza y también, algo que le repugna notoriamente, con la gran hipocresía de la alta sociedad de la época.  No sólo estuvo en la Corte, sino en otros países como Francia. Durante esa época pudo acceder a la biblioteca del Marqués y leer a los grandes clásicos franceses y a los filósofos y moralistas más grandes de la historia como el Marqués d'Argens, Fontenelle, Voltaire, Montesquieu y Jean-Jacques Rousseau.


En esa época comienza a escribir sus "Noticias de la historia general de las Islas de Canaria". Era la primera vez que se ponía de una forma ordenada y concisa la historia de las islas, puesto que hasta el momento sólo se tenían algunos escritos de los primeros religiosos y conquistadores de las islas, algo de lo que se valió Viera para componer sus libros.
En 1777 pasó a socio supernumerario de la Academia de Historia, a propuesta de su director Pedro Rodríguez de Campomanes. Ahí conoció a otros grandes ilustrados como Jovellanos.
En 1782, es nombrado arcediano de Fuerteventura en la Catedral de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria. En aquella época sólo existía una diócesis que era la Diócesis de Canarias con sede en la capital e Gran Canaria. De ahí no se movería hasta su muerte. Es nombrado Director de su Real Sociedad Económica de Amigos del País  En esa época vive muy centrado en su trabajo y labor literaria. 
El 21 de Febrero de 1813, hace ya 200 años, fallecía uno de los pensadores más grandes que ha habido en las islas, un canario universal, amante de su tierra y defensor de su cultura.


En 1797 conoce los relatos de la derrota de Nelson por el general Gutiérrez en su intento de tomar Santa Cruz de Tenerife. En 1799 escribe el "Diccionario de historia natural de las islas Canarias", un gran compendio sobre la fauna y flora de las islas y un año más tarde "El nuevo Can Mayor o constelación canaria", colección de 13 octavas reales en las que elogia a los canarios ilustres. La publicación de sus "Noticias de la historia general de las Islas de Canaria" le acarreó numerosos disgustos con la curia canaria.

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